La constitución colombiana así como entidades mundiales permanentemente promueven
la igualdad salarial entre hombres y mujeres
pero los esfuerzos parecen ser insuficientes cuando se da un vistazo a
la realidad y aunque es más fácil pensar que el fenómeno se presente en mayor
proporción en países subdesarrollados los diferentes estudios comprueban que no
es así y que por el contrario países ricos como Japón, EE.UU, Reino Unido y
Alemania cuentan con brechas salariales de género bastante superiores.
Un agravante de dicha situación es hallar que el número de hijos en una mujer constituye mayores desventajas remunerativas cuando debido a ello debería no solo ganar un salario más equitativo con el de los hombres que le permitiera satisfacer las necesidades familiares sino que a causa de esto también el trabajo domestico para ellas se incrementa y el tiempo y dinero para sí mismas disminuye proporcional al número de hijos mientras que esto no sucede a los hombres. ( Tengamos en cuenta que cada día el número de mujeres cabeza de familia también aumenta)
La situación
no parece tener mucha esperanza de cambio por las próximas décadas y encontrar
que en algunas culturas la posibilidad de cambio no vislumbra ningún futuro es
mas agobiante no solo porque ‘ellos” los hombres no creen que esa equidad
salarial sea conveniente sino porque “ellas” las mismas mujeres han terminado
por convencerse que así funciona, que así está bien, que así debe ser y que
pensarlo de otra manera va en contra del curso natural y del papel de la mujer en la sociedad.
Para que el
panorama permita empezar a tener una mirada positiva debemos iniciar ahora a
cambiar las ideas erróneas de superioridad masculina e inferioridad femenina
que nos han acompañado a lo largo de la historia, acabar con los patriarcados,
inculcar igualdad en nuestros niños, promover la equidad en las empresas y
solidarizarnos más entre mujeres en vez de destruirnos así mismas, debemos
concientizar las futuras generaciones por que los grandes cambios se dan desde pequeños
planos
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